Friday, June 09, 2006

Sobre Drawing Restraint 9


Ver un trabajo de Mattew Barney no es algo que podamos hacer todos los días. Cuando este artista hace un film estos no se mueven por el circuito comercial de cine sino que se integran a sus megaproyectos artísticos como el Cremaster, a los cuales hay que peregrinar para verlos en toda su dimensión (un dvd que se editó hace un tiempo, sobre Cremaster3, apenas muestra un fragmento de todo un conjunto multimedia que comprende la megaobra), eso si es que las circunstancias de la vida te permiten costearte el viaje hacia alguna importante bienal del mundo donde se esté presentando, y si es que se está presentando. De ahí que si por esas cosas de la vida se anuncia que en Lima se verá un trabajo de Mattew Barney, pues es una oportunidad que simplemente no te la puedes perder. O la ves o la ves o ya fuiste (aunque leyendo la página de Luis Lama en Caretas, este asegura que muchos trabajos de Barney están disponibles en el emule, no sé si será verdad, pero los que ya lo hayan comprobado por favor envíenme un mail para posibles intercambios).
Bueno, pude ver hace unos días Drawing Restraint 9, el más reciente trabajo que Mattew Barney ha realizado y que tiene como atractivo principal la de contar con Bjork (actual pareja del artista) como actriz principal compartiendo roles con Barney. Bjork como es de suponer se ha encargado de la elaboración de la banda sonora.

La película fue estrenada en cinta de 35 mm, en una única función hace unos días en el Centro Cultural de España, gracias a las gestiones de Sibylle Castelain y el auspicio de ATA y la Fundación Telefónica.

Es muy difícil hablar de Drawing Restraint 9 sin caer en generalidades. Al verla percibí una intención de fondo de querer conseguir la metáfora absoluta, total, una que no parece admitir la reducción a un solo aspecto o perspectiva, una de esas ideas iluminadas que parecen sintetizarlo todo. Uno podría decir de la película que es una metáfora y reflexión sobre el amor, la muerte, la creación, los fundamentalismos, el cuerpo, el futuro, el placer, la memoria, la vuelta al caldo primitivo, la vuelta al vientre materno, la naturaleza, etc, etc. Todas las anteriores. O quizá ninguna.
Y en eso radica lo fascinante de Drawing Restraint 9, en esa crisálida de significaciones posibles y en el misterio como experiencia absolutamente visual o cinematográfica (si es que es posible hablar de cine en un artista que no utiliza ni se mueve en un entorno cinemero, más allá de usar, al igual que un director de cine, cinta de 35 mm) lo que sostiene las dos horas y un poco más que dura el film.
La última hora de la película, momento en el que Barney y Bjork, al interior de un buque ballenero que se desplaza en un mar prístino y celeste, y en medio de un ritual japonés en el que vestidos cual geishas inician un violento, conmovedor y fascinante proceso de transformación marina, debe ser la experiencia visual más hermosamente perturbadora que debo haber tenido desde que vi la sanguinaria Organ. Y es que, como bien me decía un amigo, es posible descubrir cierta sensibilidad que hermana la película con algunas obras maestras del cine gore japonés, esa obsesión por hacer de la carne el soporte para un carnaval quirúrgico, en donde cierta actitud catatónico-contemplativa ofician como marco emocional. Una frialdad que antepone lo estético a lo real, que hace del delirio la premisa básica desde donde el cuerpo reacciona: bienvenidos los destajos, la carne abierta, la profundidad, el exceso, la salpicadura.

No negaré que al salir de la sala estaba flagelado en mis antenas sensitivas pero a la vez me atrapaban muchas dudas sobre lo que había visto. ¿Era acaso una suma de imágenes bonitas que en el fondo no querían decir nada? ¿Era sólo el regodeo por lo repulsivo lo que me distraía de un posible cripticismo tramposo de la película? ¿Era que había más cosas allí ocultas pero llegaban con interferencia hasta mí? Pero de ser asi ¿Por qué no podía quitarme tantas imágenes de la cabeza, qué misterio había en la película? ¿Qué había cambiado en mi?
Sólo puedo decir lo mismo que un blogger cinéfilo dijo sobre otra película memorable: “me hirió en algún lugar pero no sé exactamente donde”.